LA ECONOMÍA UNA CIENCIA SOCIAL
BIBLIOGRAFÍA DE CONSULTA OBLIGATORIA
Capítulo I. La economía como ciencia social. pp.13-17. https://www.colibri.udelar.edu.uy/jspui/bitstream/20.500.12008/7615/1/Economia%20para%20no%20economistas.PDF
Libro: Economía para No Economistas. Montevideo. 2ª. Edición. Facultad de Ciencias Sociales. Udelar. 2000.
DUTRA, Gustavo. Ficha de ECONOMÍA 1 y 2. pp. 3-17. Cátedra de Economía. Escuela de Administración (EDA)- Facultad de Ciencias Económicas y de Administración (FCEA)Universidad de la Reública. (UDELAR). www.ccee.edu.uy/ensenian/cateco1/eda.htm#mater)
REPARTIDO N° 1
ALGUNAS DEFINICIONES DE ECONOMÍA
El término economía es una expresión que proviene del latín “economía”, y a su vez éste proviene del griego “oikos”, que significa casa-hogar y “nomos” administración, en pocas palabras era para ellos, la “administración de una casa u hogar”. Haciendo un poco de historia sobre la ciencia económica, se debe remontar a los años 430-355 AC, cuando Jenofonte titula su obra “oikonomikos”, y en ella por primera vez se da una aproximación global que es la ciencia económica.
Para Adam Smith en 1776 en su obra Riqueza de las Naciones define a: la Economía política “La Economía política, considerada como una rama de la ciencia del estadista o del legislador, se propone dos objetivos diferentes: el primero, proporcionar a la gente ingresos abundantes o medios de subsistencia, o mejor dicho, capacitarles para que se provean por sí mismos de tales ingresos o medios de subsistencia; y el segundo, proveer al Estado o a la comunidad de ingresos suficientes para los servicios públicos. Se propone enriquecer tanto al pueblo como al soberano”.
Según a juicio de J. Stuart Mill, en 1844 la Economía es: “…la ciencia que describe las leyes de aquellos fenómenos de la sociedad que se originan en las operaciones continuadas de la humanidad para la producción y distribución de la riqueza en la medida en la que esos fenómenos no quedan modificados por la persecución de otro objeto”.
Y en su obra Principios de Economía política, en 1848, afirma que: “Los que escriben sobre Economía política declaran enseñar, o investigar, la naturaleza de la riqueza, y las leyes de su producción y distribución, incluyendo, directamente o en forma remota, la actuación de todas las causas por las que la situación de la humanidad, o de cualquier sociedad de seres humanos, se hace próspera o al revés, con respecto a este objetivo universal de los deseos humanos. No se quiere con ello decir que cualquier tratado de Economía política puede discutir o aun enumerar todas esas cosas; pero se propone exponer todo aquello que se conoce sobre las leyes y principios por los que se rigen”.
Alfred Marshall, comienza la primera edición de sus principios de Economía en 1890 con la siguiente frase: “La Economía política o Economía es un estudio de las acciones del hombre en las actividades ordinarias de la vida; se interesa por la forma en que obtiene su renta y cómo la usa”. Y después más adelante continua ampliando esa definición afirmando que la Economía, “Examina aquella parte de la acción individual y social que se relaciona más de cerca con la obtención y el empleo de los requisitos materiales del bienestar” (Marshall, 1890, p.1).
En este mismo sentido y algo más completa su mirada sobre los alcances de la Economía en 1930 Marshall llego a definirla como aquella ciencia social que realiza: “…un estudio de la humanidad en las ocupaciones ordinarias de la vida y examina aquella parte de la acción individual y social que pueda tener más estrecha conexión con la obtención y el uso de los artículos materiales para el bienestar”.
Una definición algo similar a la de Marshall es la de Sidgwick cuando sostiene que: “La economía se relaciona con el aspecto social [...] de las actividades humanas que se dirigen a la producción, apropiación y uso de los medios materiales que satisfacen los deseos humanos, en la medida en que esos medios son susceptibles de ser intercambiados” (Sidgwick, 1883).
En cambio para Lionel Robbins un ingles destacadísimo en los negocios, de una cultura muy amplia, llego ser presidente del Financial Times y estuvo vinculado a la National Gallery y a la Royal Opera House de Londres; logro concluir en una definición alternativa de nuestra ciencia y que en la actualidad viene siendo muy utilizada. En su Ensayo sobre la Naturaleza y la Importancia de la Ciencia Económica (1932) Robbins propuso la siguiente definición: “La Economía es la ciencia que estudia el comportamiento humano como una relación entre fines y medios escasos, susceptibles de empleos alternativos”. (Robbins, 1932, p. 16).
Y para ir concluyendo es importante ofrecer a continuación la definición de Economía que recoge en uno de los manuales más utilizados por los alumnos, el de Samuelson y Nordhaus (1996). Para estos autores: “La Economía es el estudio de la manera en que las sociedades utilizan los recursos escasos para producir mercancías valiosas y distribuirlas entre los diferentes individuos” (Samuelson y Nordhaus, 1996, p. 4,).
Como muy bien sabemos la Economía se ha dividido en dos grandes ramas, por un lado la Microeconomía la cual “…se ocupa actualmente de la conducta de entidades individuales como los mercados, las empresas y las economías domésticas” (Samuelson y Nordhaus, 1996, p. 5) y la Macroeconomía, que tiene su objeto de estudio en “el funcionamiento global” (Samuelson y Nordhaus, 1996, p. 5) de los fenómenos económicos.
Para Adam Smith en 1776 en su obra Riqueza de las Naciones define a: la Economía política “La Economía política, considerada como una rama de la ciencia del estadista o del legislador, se propone dos objetivos diferentes: el primero, proporcionar a la gente ingresos abundantes o medios de subsistencia, o mejor dicho, capacitarles para que se provean por sí mismos de tales ingresos o medios de subsistencia; y el segundo, proveer al Estado o a la comunidad de ingresos suficientes para los servicios públicos. Se propone enriquecer tanto al pueblo como al soberano”.
Según a juicio de J. Stuart Mill, en 1844 la Economía es: “…la ciencia que describe las leyes de aquellos fenómenos de la sociedad que se originan en las operaciones continuadas de la humanidad para la producción y distribución de la riqueza en la medida en la que esos fenómenos no quedan modificados por la persecución de otro objeto”.
Y en su obra Principios de Economía política, en 1848, afirma que: “Los que escriben sobre Economía política declaran enseñar, o investigar, la naturaleza de la riqueza, y las leyes de su producción y distribución, incluyendo, directamente o en forma remota, la actuación de todas las causas por las que la situación de la humanidad, o de cualquier sociedad de seres humanos, se hace próspera o al revés, con respecto a este objetivo universal de los deseos humanos. No se quiere con ello decir que cualquier tratado de Economía política puede discutir o aun enumerar todas esas cosas; pero se propone exponer todo aquello que se conoce sobre las leyes y principios por los que se rigen”.
Alfred Marshall, comienza la primera edición de sus principios de Economía en 1890 con la siguiente frase: “La Economía política o Economía es un estudio de las acciones del hombre en las actividades ordinarias de la vida; se interesa por la forma en que obtiene su renta y cómo la usa”. Y después más adelante continua ampliando esa definición afirmando que la Economía, “Examina aquella parte de la acción individual y social que se relaciona más de cerca con la obtención y el empleo de los requisitos materiales del bienestar” (Marshall, 1890, p.1).
En este mismo sentido y algo más completa su mirada sobre los alcances de la Economía en 1930 Marshall llego a definirla como aquella ciencia social que realiza: “…un estudio de la humanidad en las ocupaciones ordinarias de la vida y examina aquella parte de la acción individual y social que pueda tener más estrecha conexión con la obtención y el uso de los artículos materiales para el bienestar”.
Una definición algo similar a la de Marshall es la de Sidgwick cuando sostiene que: “La economía se relaciona con el aspecto social [...] de las actividades humanas que se dirigen a la producción, apropiación y uso de los medios materiales que satisfacen los deseos humanos, en la medida en que esos medios son susceptibles de ser intercambiados” (Sidgwick, 1883).
En cambio para Lionel Robbins un ingles destacadísimo en los negocios, de una cultura muy amplia, llego ser presidente del Financial Times y estuvo vinculado a la National Gallery y a la Royal Opera House de Londres; logro concluir en una definición alternativa de nuestra ciencia y que en la actualidad viene siendo muy utilizada. En su Ensayo sobre la Naturaleza y la Importancia de la Ciencia Económica (1932) Robbins propuso la siguiente definición: “La Economía es la ciencia que estudia el comportamiento humano como una relación entre fines y medios escasos, susceptibles de empleos alternativos”. (Robbins, 1932, p. 16).
Y para ir concluyendo es importante ofrecer a continuación la definición de Economía que recoge en uno de los manuales más utilizados por los alumnos, el de Samuelson y Nordhaus (1996). Para estos autores: “La Economía es el estudio de la manera en que las sociedades utilizan los recursos escasos para producir mercancías valiosas y distribuirlas entre los diferentes individuos” (Samuelson y Nordhaus, 1996, p. 4,).
Como muy bien sabemos la Economía se ha dividido en dos grandes ramas, por un lado la Microeconomía la cual “…se ocupa actualmente de la conducta de entidades individuales como los mercados, las empresas y las economías domésticas” (Samuelson y Nordhaus, 1996, p. 5) y la Macroeconomía, que tiene su objeto de estudio en “el funcionamiento global” (Samuelson y Nordhaus, 1996, p. 5) de los fenómenos económicos.
REPARTIDO N° 2
Como muy bien sabemos todos los seres humanos debemos satisfacer nuestras necesidades consumiendo bienes y servicios. Cuando consumimos bienes sabemos que los mismos son materiales ejemplos de ellos pueden ser una fruta, vestimenta, algún electrodoméstico, mientras los segundos son inmateriales como suelen ser la educación, asistencia médica, pero ambas categorías suelen ser considerados por los economistas como bienes en el sentido más amplio.
1. Según su grado de ESCASEZ, pueden ser:
• bienes libres o
• económicos
• bienes libres o
• económicos
Se denominan libres los que son ilimitados y, por ello, están disponibles de forma gratuita para todos, por ejemplo, el aire o la luz del Sol.
Son económicos todos aquellos que son escasos y, por tanto, tienen un precio.
2. Según su NATURALEZA se distinguen:
• bienes de consumo y
• bienes de capital.
• bienes de consumo y
• bienes de capital.
Bienes de consumo son los que se dedican directamente a satisfacer una determinada necesidad, como la mermelada o una lavadora. A su vez, éstos se clasifican en: bienes de consumo duraderos, que permiten un uso prolongado en el tiempo, por ejemplo, un televisor y bienes de consumo perecederos, que desaparecen una vez consumidos (una manzana).
Los bienes de capital, también conocidos como bienes de producción, sirven para obtener otros bienes (por ejemplo, un telar). Se puede dar el caso de que un mismo bien sea de consumo o de producción según el uso que se le de. Así, un martillo en la casa de una familia cualquiera es un bien de consumo mientras que, en una carpintería, sería un bien de producción, pues se utiliza para hacer muebles.
3. Según su FUNCIÓN hablamos de:
• bienes intermedios y
• bienes finales
• bienes intermedios y
• bienes finales
Los bienes intermedios son los que se emplean para ser transformados o incorporados a la producción de otros bienes mientras que,
Los bienes finales son aquellos que ya son aptos para el consumo. Por ejemplo, una plancha de madera es un bien intermedio que se emplea para producir una mesa (bien final). Sin embargo, la línea que distingue los bienes intermedios de los finales puede ser difusa, porque existen bienes que son intermedios para unas empresas, mientras que son bienes finales para otras. Por ejemplo, la seda es un bien final para una empresa especializada en la producción de telas, sin embargo, para una empresa que fabrica ropa, es un bien intermedio, ya que necesita ser transformado antes de convertirse en el bien final de una camisa.
4. Según el ACCESO A LOS BIENES pueden ser:
• públicos o
• privados
• públicos o
• privados
Son bienes públicos aquellos donde ninguna persona es excluida de su utilización (parques, plazas, bibliotecas, playas de la costa uruguaya…).
Los privados los de uso particular (mi moto, bicicleta, auto,...).
5. Según LA RELACIÓN que TIENEN DOS BIENES ENTRE SI pueden ser:
• bienes sustitutivos, que son los que cubren una misma necesidad, es decir, si se consume uno no es preciso consumir el otro (lentes de armazón y lentes de contacto); y
• bienes complementarios, aquellos que deben utilizarse conjuntamente para satisfacer determinada necesidad (un auto y el combustible, moto y nafta-aceite).
• bienes sustitutivos, que son los que cubren una misma necesidad, es decir, si se consume uno no es preciso consumir el otro (lentes de armazón y lentes de contacto); y
• bienes complementarios, aquellos que deben utilizarse conjuntamente para satisfacer determinada necesidad (un auto y el combustible, moto y nafta-aceite).
REPARTIDO N° 3
SISTEMA CAPITALISTA, A NUESTROS DÍAS” 1
1- El material que está bajo este título, fue seleccionado del Trabajo del coordinador Gustavo Dutra de la ficha de ECONOMÍA pp. 6-13, de la Facultad de Ciencias Económicas y de Administración-Escuela de Administración.
Los autores clásicos
Sobre el siglo XVIII, especialmente en las Islas Británicas, surgen autores importantes que estructuran múltiples ideas. Adam Smith (1723-1790), de nacionalidad escocés, aparece en el tiempo de la revolución industrial incipiente, escribe en 1776: "Investigación sobre la naturaleza y causas de la riqueza de las naciones".
El es un exponente de lo que luego se denominó los autores clásicos, que sostenían la capacidad del mercado para lograr los equilibrios y buenos funcionamientos. El mercado es un mecanismo que se autorregula, y el sistema de precios organiza el comportamiento de los individuos de forma automática. Asociado a esto, se concibe que el rol del estado en la sociedad y en la economía debe limitarse a su función de juez y gendarme.
De esa forma para los clásicos, todos los mercados operando libremente convergen al equilibrio, es decir la oferta iguala la demanda, no produciéndose de esa forma desfasajes en la producción y en el consumo de bienes, ni en la oferta ni demanda de factores (capital y trabajo (no habría capacidad ociosa ni desempleo).
En ese entorno de carácter armonioso, que se concibe entre el interés público y privado, no existe en la concepción clásica la idea de crisis del sistema económico capitalista.
Smith, precursor del liberalismo económico, sintetizado en el “dejar hacer, dejar pasar” sostenía que en la medida que los individuos actúan con una lógica de racionalidad propia, si nada interfiere en el libre juego de la oferta y de demanda de los mercados llegarían al óptimo individual y de la sociedad toda. Asume la existencia de una “mano invisible”, que ubicaría todo en su correcto y óptimo lugar, guiados por esa racionalidad, siempre y cuando los mercados operen libremente.
A nivel comercial, Smith postula que el comercio entre los países se dará por las ventajas absolutas (ver razones del comercio internacional), es decir los países comercializarán y se especializarán en aquellos bienes que dado su dotación de recursos produzcan más baratos.
Posteriormente, quien retoma los aportes de Smith y los profundiza fuertemente es el inglés David Ricardo (1772-1823) , quien teoriza en el auge del capitalismo, del poderío marítimo inglés, de las comunicaciones y de la peculiar posición imperial de Inglaterra. Hegemonía inglesa en lo comercial, en lo político, en lo comercial, en lo tecnológico, en lo financiero, en lo militar etc. que perduró hasta luego de la primera guerra mundial (1919) en que ya afloraba como potencia mundial los Estados Unidos de América, desplazando a Inglaterra de esa hegemonía.
Ricardo teoriza sobre cómo se dan los procesos de distribución del producto entre las distintas clases sociales, partiendo de suposiciones, tales como el pleno empleo de los factores y la no existencia de crisis. Para los clásicos la idea de equilibrio de los mercados es fundamental, y por ende el rol del Estado debería ser de juez y gendarme.
Este autor establece la teoría objetiva del valor, sosteniendo que el valor de los bienes se determina por el cociente entre las horas de trabajo incorporadas a ese bien y la cantidad producida, determinada en las peores condiciones de producción. Es decir, el bien vale la cantidad de horas que insume su producción, valuadas en las peores condiciones de producción.
Ricardo no aborda el tema del origen del sistema capitalista. En lo que hace a su evolución, pronostica la llegada a un estado estacionario, que implica el máximo nivel de producción posible y a no ser que se levantaran ciertos supuestos, la sociedad se repetía en el tiempo idénticamente período a período. Basado en que la expansión del sistema económico era función del incremento de la población, en la medida que esta aumentaba, se requería mayor cantidad de alimentos para satisfacer ese aumento de la población. Ello provocaría que se necesitaría más trabajo para producir los alimentos (por ejemplo por utilizar calidades de tierra de inferior calidad) subirían los costos de producción, implicando un descenso en los beneficios. En perspectiva, se repetiría este fenómeno, a tal punto que no se tornaría atractivo realizar inversiones adicionales, por lo que se llegaría al estado estacionario, en donde sólo se invertiría para reponer el desgaste del año anterior.
No hay entonces crisis del sistema económico, simplemente se llegaría a un estadio de la sociedad, en donde con ocupación plena de factores productivos no es posible incrementar la producción, repitiéndose período a período la producción y su distribución.
Es de señalar que para este autor (al igual que todos los clásicos) no existe la posibilidad de un desenlace por fuera de la lógica del sistema capitalista.
A nivel comercial, Ricardo niega las ventajas absolutas postulados por Smith, y sostiene que el comercio entre los países se dará por las ventajas comparativas, (ver razones del comercio internacional) es decir los países comercializarán y especializarán en aquellos bienes en que comparativamente sean más baratos.
Las razones del comercio internacional
¿Cuáles son las razones, por las que se genera el comercio internacional?
En forma intuitiva, parece razonable pensar que por cuestiones análogas a las que explican los intercambios entre las personas. Es decir, para poder consumir o disfrutar de un adecuado conjunto de bienes y servicios, las sociedades humanas conocen las ventajas de la especialización y el intercambio respecto las opciones de autosuficiencia. Por lo tanto, lo primero sería comparar a nivel internacional las alternativas de la especialización sumado al más libre comercio frente a la autarquía (que es como se denomina en economía internacional al modelo o la situación de autosuficiencia o autoabastecimiento).
Una de las primeras razones para explicar los intercambios interpersonales o internacionales está en las diferencias en las capacidades o habilidades de las personas o de los países. De esa manera, se trata de obtener ventajas de esas diferencias induciendo a cada persona o país a especializarse en producir aquello que es capaz de hacer en mejor forma, o sea producir aquellos bienes o productos en lo que tienen alguna ventaja. Lógicamente, luego se intercambian las respectivas producciones a fin de que todas las partes implicadas puedan consumir o disfrutar de la amplia gama de bienes y de servicios que las todo nosotros apreciamos y valoramos. Sin embargo, existen algunas sutilezas en lo referido a cuales diferencias o a cuales ventajas son las que explican los intercambios internacionales. De esa forma, analizaremos, el papel central de las ventajas comparativas, sus límites, la distribución de las ganancias derivadas del intercambio comercial y las explicaciones de esas ventajas comparativas.
Una segunda razón para inducir a la especialización y el intercambio, es el hecho de que a veces se torna más eficiente concentrar la producción en un lugar y/o empresa. Si cada uno de nosotros, tuviese que producirse todos los bienes, hacerse su propio pan, confeccionarse sus vestimentas, sus televisores, automóviles etc. sería un mecanismo mucho más caro tanto individualmente como para la sociedad en su conjunto, comparado con adquirirlos en los establecimientos especializados que hacen el de todos. No sólo se trata de que unas personas tengan una habilidad especial en fabricar los productos (pan, televisores etc.) sino que la maquinaria, instalaciones y la tecnología utilizadas para producir esos bienes, permiten producirlos de forma más barata si se utilizan a gran escala. Esa reducción del costo unitario del producto, que se obtiene cuando el nivel de producción es elevado se conoce como la obtención de economías de escala. Otra razón adicional que explica los intercambios comerciales es la diferenciación de productos. Las personas gustan elegir entre una amplia gama de productos o de consumir también una amplia variedad de productos. Claro está, que no siempre es posible o rentable que un mercado reducido ofrezca una gran variedad de productos. Es a través del comercio internacional que el consumidor de un país tenga acceso a las variedades de otros países. Las economías de escala y la diferenciación de productos constituyen una poderosa combinación que explica en gran forma los intercambios internacionales, especialmente para el comercio intraindustrial.
El marxismo
Posteriormente, Karl Marx (1818-1883), filósofo alemán, estudia el sistema capitalista, especialmente el inglés, con su obra “El Capital”. Formula una teoría del valor trabajo, una teoría objetiva, que postula que el valor de los bienes se deriva íntegramente de la cantidad de trabajo socialmente necesario para producirlos. También, al igual que Ricardo, considera que el valor de los bienes surge del cociente entre la cantidad de horas de trabajo y la producción, pero las horas de trabajo consideradas serían las realizadas en las condiciones medias de producción. Es decir, el valor de los bienes para Marx se compone de la cantidad de trabajo necesario para producirlo, pero en las condiciones medias de producción. Critica a Ricardo en este punto, manifestando que valuar los bienes en las peores condiciones de producción está “premiando” la ineficiencia.
Un concepto clave en Marx es la teoría de la explotación. Marx señala que el beneficio lo obtiene el capitalista al adquirir una mercancía, el trabajo, que puede crear un valor mayor que el de su propia fuerza de trabajo, con lo que este beneficio surge de la explotación de los trabajadores y no mediante la retribución por el alquiler del capital y por su actitud innovadora.
Es decir, durante la jornada de trabajo el trabajador dedica una parte a reproducir el valor de su fuerza de trabajo y el resto es un plusvalor (plusvalía) que es apropiado por el capitalista. De todo el valor generado por el trabajador en su jornada, sólo una parte equivale a su salario y el resto se lo apropia el capitalista. Si el objetivo de este es aumentar sus ganancias, debe bajar la parte remunerada o incrementar la parte no remunerada al trabajador (plusvalía) por ejemplo extendiendo la duración de la jornada de trabajo manteniendo el mismo salario.
Cabe señalar que Marx no considera una situación de pleno empleo en los mercados, tanto en el ámbito de producción como de ocupación de trabajadores. En lo que hace a la evolución del capitalismo, estudia su origen analizando todos los estadios anteriores de la sociedad, previos a la consolidación del sistema capitalista, y plantea un final fuera de la lógica del sistema: las contradicciones internas llevarían a crisis cíclicas cada vez más profundas hasta la ruptura del sistema. Dado que el sistema capitalista funciona en forma “anárquica”, Marx sostiene que el mismo desembocará inexorablemente en crisis periódicas, con fuertes desequilibrios en el empleo, la producción, etc.
En la dinámica de la evolución del sistema capitalista, Marx establece margen tanto para su crecimiento como para su fin. La fuerza impulsora del capitalismo para Marx es la competencia, que hace obligatoria la acumulación de capital. Para poder competir con éxito, los capitalistas deben reducir sus costos de producción y para ello deben constantemente introducir innovaciones. Así, Marx sostiene que muchos productores detectan que pueden producir la misma cantidad de bienes utilizando más máquinas y menos obreros. Si bien, las fuerzas de la competencia requieren que todos los productores “sigan a los líderes” y también efectúen innovaciones, no todos los productores tienen la capacidad para competir. De esa forma, las empresas más débiles van a la bancarrota y son adquiridas por las más fuertes. Las consecuencias de la innovación y la acumulación de capital son dos: en primer lugar, el capital se concentra cada vez más en menos manos, de tal modo que desaparecen las empresas más débiles y en segundo lugar aumentan los desempleados -el ejército industrial de reserva- a medida que los hombres son sustituidos por máquinas.
Paralelamente, el incremento de la acumulación de capital significa una mayor producción potencial de bienes y de servicios, con efectos positivos sobre el bienestar de los habitantes de esa economía. Sin embargo, puesto que la acumulación de capital desplaza a los trabajadores, la consecuencia final es la reducción del número de empleados, de su poder adquisitivo tendiendo a un empobrecimiento progresivo de la población obrera. Es decir el avance tecnológico permite la posibilidad de producir más y mejores productos, pero a su vez sustituye o elimina puestos de trabajo.
En los períodos de prosperidad, los precios son altos, los ingresos se elevan y la plusvalía que reciben los capitalistas también suben. Ello implica que los beneficios son altos, por lo que las perspectivas de los capitalistas son muy optimistas. Según Marx la acumulación de capital se incrementa durante esos períodos a tal punto que con el tiempo la capacidad productiva de la economía tiende a sobrepasar la capacidad de los consumidores para adquirir los artículos, o sea hay un poder adquisitivo inadecuado. Así se produce un desequilibrio, una desproporción entre la oferta de bienes producidos y la demanda de los mismos generándose una crisis, la economía produce más de los que la gente puede adquirir, sobre todo debido a que los capitalistas pagan a los trabajadores menos de lo que vale lo que producen, hay un excedente de producción, caen los precios del os bienes y la tasa de ganancia de los capitalistas, deteniéndose momentáneamente la acumulación de capital
Es ese contexto se produce un proceso de concentración de empresas, desaparece esa superabundancia de bienes mejoran los precios y se inicia un nuevo proceso de acumulación y por ende de generación de empleos. Según Marx, al reiniciarse un nuevo ciclo, hay menos empresas en cada rama de la industria, debido a que las empresas más débiles que no pudieron competir desaparecieron del mercado. Esas crisis se tornan periódicas de acuerdo a Marx de forma tal que cada vez son más profundas y graves, incrementando los desocupados y la pobreza.
Ese empobrecimiento de los obreros asociado a la lógica capitalista de aumentar sus beneficios (aumentando la plusvalía vía una mayor explotación), incrementaría la toma de conciencia y solidaridad de la clase obrera de forma tal que tras un proceso de organización, impondría un nuevo orden económico (la dictadura del proletariado) en que los medios de producción sería propiedad del Estado, eliminado los antagonismos de las clases sociales del sistema capitalista concebido por Marx.
La Escuela Neoclásica
Dentro de los autores de la escuela neoclásica, también denominados “marginalistas”, podemos reconocer como uno de los exponentes más importantes al inglés Alfred Marshall (1842-1924.) Para los neoclásicos, el funcionamiento del sistema de mercado y su papel como asignador de recursos se tornó un tema central. La economía capitalista parecía haber cuidado de sí misma y los sindicatos y conglomerados industriales parecían ser imperfecciones del sistema económico. La determinación de los precios de mercado se volvió el problema fundamental. Basan el funcionamiento del mercado en condiciones de competencia perfecta: libre entrada y salida de oferentes y demandantes, atomicidad, transparencia y homogeneidad, con lo cual el precio lo fija el mercado, es decir, ni las empresas ni los consumidores inciden en el precio de los bienes.
La idea subyacente de un mercado operando en competencia perfecta es que nadie tendría ventajas sobre otros, es decir existiría una igualdad de condiciones para todos: los productores en decidir que producto producir, los consumidores en decidir que productos consumir, etc.
Establecen una teoría subjetiva del valor, donde el valor de los bienes no estaría dado por las horas de trabajo incorporado en su producción, sino que el valor depende de la utilidad que el bien brinda al consumidor. De ahí el carácter subjetivo de la teoría, ya que el valor de los bienes, representa una estimación y/o apreciación subjetiva o sicológica de los sujetos respecto a los satisfactores. Se desprende nítidamente que el valor de los bienes es un concepto con un significado diferente al de los anteriores enfoques en donde significaba algo objetivo, era independiente de la subjetividad de los individuos, como era el caso de los clásicos (Ricardo) y Marx en que el valor se determinaba por el trabajo incorporado en su producción. Así en el actual enfoque se establece una medida de valor subjetivo, pues su magnitud de valor vendrá dada por la utilidad marginal (la utilidad dada por una unidad adicional).
La estimación del valor subjetivo está íntimamente vinculada a la escasez. En efecto dicha apreciación subjetiva varía al ser más o menos escaso el bien, es decir el valor atribuido a consumir una manzana, no es el mismo al atribuido cuando se dispone de tres o de cuatro unidades de ese bien. Cada unidad adicional (en este caso el consumo de una segunda, tercera manzana, etc.) tiene un distinto valor unitario, y es decreciente. La utilidad que ofrece el consumo de una nueva manzana es menor respecto a la anterior, es decir su utilidad marginal es decreciente.
Los neoclásicos, trabajan en el ámbito de agentes representativos, cuyo comportamiento es racional, es decir procurarán alcanzar la mayor satisfacción, el óptimo, en función de sus posibilidades y preferencias.
Es decir que existe para los agentes una función objetivo con un enfoque racional, sujeta a restricciones.
Para los empresarios (quienes producen los bienes y servicios) su objetivo es la maximización de las ganancias, sujeto a restricciones: nivel de inversión, capacidad de producción, mano de obra, técnica, insumos, etc. Para los consumidores plantean una función de utilidad en donde el objetivo es maximizar su utilidad, según sus preferencias y sujeto a restricciones: nivel de ingreso, precios de los bienes.
Es decir los agentes procurarán optimizar sus recursos disponibles en función de la satisfacción de sus necesidades y sus restricciones. Con ese comportamiento, en el marco de un mercado que opera en condiciones de competencia perfecta, los agentes se situarán en el punto óptimo (el de máxima ganancia o satisfacción.)
En el modelo neoclásico, los agentes se situarían en el óptimo de forma tal que los diferentes mercados (de bienes, de trabajo, de dinero), en al medida que los mismos operen sin interferencias del Estado ni de los gremios de empresarios y trabajadores, estarían en equilibrio, esto es la oferta se iguala a la demanda.
No se concibe pues la idea de crisis en la evolución económica, existe una confianza plena a que el mecanismo de ajuste del mercado en la ley de oferta y la demanda, actúa procurando el equilibrio y optimizando la posición de los agentes individualmente y de la sociedad toda en su conjunto.
El estudio del equilibrio de todos los mercados simultáneamente fue analizado con detenimiento por Leon Walras (1834 –1910), dando lugar al enfoque del equilibrio general.
Walras enfocó su estudio de la teoría de la determinación de los precios en un régimen de libre y perfecta competencia, expresado en proposiciones matemáticas que le diesen a la Economía un rango científico comparable a las ciencias físicas.
Su objetivo era probar que los resultados de la libre competencia eran beneficiosos para todos. En su esquema, la competencia perfecta se representaba en una situación en donde los compradores y los vendedores se reunían en una subasta pública, de forma tal que las condiciones de cada cambio fueran públicamente anunciadas y se diera la oportunidad a los vendedores para bajar sus precios y a los compradores para recibir sus ofertas.
El objetivo perseguido por Walras, era la formulación de un modelo en que se diera un equilibrio de todas las actividades en forma interrelacionadas. De esa forma, formula un modelo de ecuaciones simultáneas susceptibles de una solución matemática determinada, es decir el modelo de equilibrio general.
El keynesianismo
Dentro de los economistas más destacados del siglo XX, se encuentra el inglés John Maynard Keynes (1883-1946), cuya obra principal es “Teoría General”, de 1936. Analiza la época de mayor crisis del capitalismo hasta entonces: la gran depresión y la crisis del 29. En ese momento, la economía mundial se encontraba en una fuerte depresión, con grandes contingentes de subocupación de trabajadores y máquinas, lo cual significaba un fuerte cuestionamiento a la teoría clásica. En los Estados Unidos, los ingresos reales disminuyeron en un 40% – 50% y el desempleo alcanzó un 25%, sus sombríos impactos se extendieron a la economía del resto del mundo. La gran depresión duró unos 10 años, parecería que la economía no iba a recuperarse, hasta que surgió la obra de Keynes quien con sus recomendaciones logró reactivar el sistema capitalista.
En esencia, Keynes rechazó que el estado normal de la economía fuese el pleno empleo, y justificó la existencia de equilibrio con desempleo involuntario. Su enfoque constituye un fuerte alegato en contra de los postulados clásicos de Smith y Ricardo: la mano invisible, el rol del Estado como juez y gendarme, el ajuste automático de los mercados, etc.
Retoma el enfoque de demanda de Malthus (1736-1834) en contraposición al enfoque de oferta sostenido por Smith y Ricardo. Sostiene que no se da el pleno empleo de los mercados destacando que en el mismo existen rigideces que impiden un ajuste automático.
Establece la teoría de la demanda de dinero (preferencia por la liquidez), así como la incorporación de una función de inversión y de consumo. La inversión productiva para Keynes era una función inversa a la tasa de interés financiera, de ese modo, si la tasa de interés financiera era relativamente alta, desestimularía la inversión productiva y viceversa. Un elemento importante para Keynes referido a la inversión y la preferencia por la liquidez eran las expectativas.
El consumo para Keynes era una función positiva del ingreso, es decir a mayor ingreso se incrementaría el consumo y viceversa. Esa relación no sería proporcional ya que dependería de la propensión marginal a consumir, esto es cuanto se destina al afectar el consumo cuando varia el nivel de ingreso. Es decir que Keynes asume que no necesariamente una variación del ingreso afectara completamente al consumo, el dinero también se ahorra, y ese ahorro dependía del ingreso y no de la tasa de interés.
Respecto al ingreso, Keynes considera el ingreso disponible, esto es el ingreso neto deducido los impuestos.
La recomendación de política económica era el aumento de la demanda agregada vía el aumento del gasto público y la rebaja de impuestos, así como políticas monetarias expansivas, para lograr el crecimiento y la estabilidad económica. Se ve de esta manera, el importante rol que asignaba al Estado. Es decir, para reactivar la economía, Keynes propone una fuerte intervención del Estado a través del gasto público, y monetarias de forma de administrar la existencia de dinero de forma de activar la economía, incrementar la producción y generar empleos.
Keynes admite la existencia de crisis económicas. La evolución económica para él es función de la intervención del Estado incrementando la demanda efectiva, procurando así estabilizar la economía y lograr el pleno empleo.
Los monetaristas o "neoliberales"
Las ideas keynesianas, que fueron aplicadas desde la posguerra, pierden vigor en los sesenta frente a las ideas monetaristas, cuyo exponente es el estadounidense Milton Friedman (1912). También son conocidos como neoliberales. Se remiten con todo vigor a la ley del mercado, la oferta y demanda son capaces de interactuar entre ellas y determinar los niveles óptimos de funcionamiento. De esta manera, rechazan las políticas keynesianas, rechazando a los instrumentos fiscales para centrar su atención en las políticas monetarias (variaciones en la tasa de crecimiento de la cantidad de dinero, importancia de la tasa de interés, etc.) Admiten una tasa natural de desempleo que depende únicamente de factores reales y que únicamente se puede reducir en el largo plazo.
Friedman, rechaza las relaciones keynesianas de la inversión y del consumo. En efecto, respecto al consumo, sostiene que los individuos ajustan el mismo de acuerdo al ingreso permanente y no el corriente o efectivo y niega que haya una relación estable entre consumo e ingreso así como también rechaza la estabilidad de la relación ingreso – inversión.
Si admite que hay una relación estable entre la tasa de variación de la masa monetaria y las fluctuaciones económicas y la inflación, aunque no puede determinare con exactitud puesto que las variaciones en la cantidad de dinero, se transforman en incrementos de precios por un lado y de producción por otro con retardos temporales.
En este modelo, no hay lugar alguno para el Estado, el mismo es por definición perjudicial para la sociedad y el país, por lo cual debe reducirse a su mínima expresión. El Estado despilfarra recursos, generalmente gasta más de lo que recauda, o sea incurre en déficit presupuestarios y asigna los recursos en forma ineficiente por las presiones que recibe de los distintos grupos sociales (productores rurales, empresarios, exportadores, grupos o partidos políticos, trabajadores etc.).
Del punto de vista monetarista, no deben fijarse metas como la reducción de la tasa de desempleo en el corto plazo, pues depende de factores reales que sólo es posible modificar en el largo plazo. Las autoridades sólo deben proveer la cantidad de dinero para que la economía crezca a una tasa constante, reducir el tamaño del sector público y reducir las regulaciones administrativas, con ello se lograría el óptimo y se beneficiaría la sociedad en su conjunto (aumentaría la inversión, disminuiría la desocupación, etc.).
El enfoque más ortodoxo a esta doctrina se asocia a los procesos de apertura y liberalización comercial y financieras que se han aplicado por ejemplo en los países latinoamericanos desde la década de los setenta. Asociado a ello los diferentes procesos de privatización de empresas públicas implementados en el continente (y en algunos países desarrollados como Inglaterra), que se fortalecieron particularmente desde la década de los 80 con las presidencias de Ronald Reagan en los Estados Unidos y de Margaret Thatcher en el Reino Unido.
En el ámbito mundial, el modelo alcanzó con estos dos presidentes, sin duda uno de los mayores respaldos políticos e ideológicos.
Sus enfoques actuales para la región Latinoamérica se sustentan en las reformas del Estado de segunda generación: liberalizando y flexibilzando el mercado laboral, reformulado los sistemas de seguridad social, de salud, la enseñanza pública educativo etc.
